28 dic 2010

Mortal y Rosa – Francisco Umbral

Autor: Francisco Umbral
Editorial: Planeta, 2008
256 páginas

En Mortal y Rosa Umbral narra la vida y la muerte de su hijo, mezcladas ambas en un abrazo. La agonía de una luz que se apaga, que es también la del autor, empapa todo el libro y se le cuela en los huesos al lector. La obra tiene un carácter descriptivo esencial, pero se aprecia una evolución, a través de la cual conocemos la vorágine de sentimientos que afectan al escritor; todo un juego emocional y desgarrado que se sustenta en recuerdos, reflexiones y lágrimas.


Francisco Umbral despelleja sus sentimientos en Mortal y Rosa a medida que va entrando en comunión con el lector y consigo mismo. En un principio empieza por hacer una afirmación estoica de la realidad frente a los sueños, despreciando a éstos por su carácter volátil e inexplicable: “sólo me dan una versión embrollada de lo que tengo muy claro”, escribe.

A partir de este pilar que el autor planta nada más empezar la obra se sucede toda una amalgama expresiva que llega a congestionar de llanto las gargantas. Umbral se usa a sí mismo para escribir una oda a su hijo, a su enfermedad, a su muerte y a su vida. Tras la lectura, pequeños detalles son los que se quedan en la cabeza en medio de una idea general de sufrimiento y ternura.

"… esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito."
                Pedro Salinas [cita introductoria]

Mortal y Rosa no tiene un carácter lineal. Ni siquiera existe línea alguna a la que aferrarse. Es un conjunto de punzadas, de recuerdos y de salivazos. Del libro se desprenden muchas emociones que es imposible recoger en una reseña, pero todas ellas tienen en común un tono desgarrado, que araña las palabras con las que se expresan. Si el sufrimiento es desgarrado, la ternura también lo es, porque no es ahora sino que ha sido antes, y la impotencia de volver al pasado, de agarrar con las manos una imagen que fue real pero que ya no lo es, deja su poso amargo y profundo en el autor.

Detalles como el tacto de la manita del niño o la primera vez que éste ve el mar se quedan grabados en la memoria del lector gracias a las metáforas de Umbral. Reflexiones acerca de Dios, de la existencia y del recuerdo pueblan el libro, conformando un escenario que pasa de un cinismo violento a la revelación de la ternura de un padre que acuna a su hijo para que se duerma.

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